viernes, 17 de junio de 2011

DEDALO E ICARO


Dédalo fue un prestigioso arquitecto, inventor y escultor, muy respetado en su ciudad natal de Atenas. Trabajaba en su taller junto con su sobrino Talo, quién aparentaba ser un gran sucesor de su tío. Llegado el momento en que los celos comienzan a fusionarse, Dédalo, entre una madrugada y otra decide matar a su sobrino, sacarse del medio esa tortura constante.
Un día invita a Talo a pasear con él por el recinto del templo de atenea y desde lo alto de las murallas lo arroja al vacío, pero la diosa Palas transformó al muchacho en pájaro “cubriéndolo de plumas mientras caía”. Luego baja del recinto, recoge el cadáver de su sobrino y lo entierra en un baldío.
Días mas tarde el tribunal consigue las pruebas del delito y condena a muerte a Dédalo, éste consigue escapar y embarca en un navío que va a Creta. Allí es recibido con todos los honores por el rey Minos, quien lo convierte en su servidor.
Un día, Pasifae, la esposa de Minos, pide al escultor que le fabrique una figura de vaca que se semejara a la real para cometer un delito con el toro blanco de Creta, Esto lleva a cabo el nacimiento de una criatura dotada mitad de cuerpo humano y mitad de toro: El Minotauro. Para tratar de esconderlo, Minos ordena a Dédalo que construya un laberinto de donde jamás pudiera salir esta bestia. Al pasar los días en ésta celda, el minotauro, que se rehusaba a los alimentos ofrecidos, exige carne humana.
Al enterarse el deseo del monstruo, Minos tiene una idea, obligar a los atenienses a enviar tributos de siete muchachos y siete doncellas para ser devorados por la fiera.
Teseo, el hijo del rey de Atenas, parte rumbo a Creta con el fin de asesinar al Minotauro, lo cual logra con la ayuda de Ariadna, la hija de Minos. Teseo se introduce en el laberinto llevando un ovillo de lana que desenrolla desde el principio para poder regresar cuando lo fuese necesario, este entra en la morada del monstruo y lo apuñala por la espalda y vuelve a su pueblo natal con Ariadna.
Con la esclava Naucrates, Dédalo tuvo un hijo llamado Icaro, el cual fue encerrado junto con su padre dentro del laberinto por los engaños cometidos al rey.
Con el pasar del tiempo a Dédalo se le ocurre la idea de construirse alas para escapar del laberinto, y comienza a juntar plumas, las cuales va uniendo con trozos de lino abandonados en el laberinto y cera extraída de los panales de abejas. Así conforma los dos pares de alas que los elevan hacia el cielo de Grecia.
Los primeros momentos de vuelo son complicados. Los cuerpos no encuentran el equilibrio exacto, por lo cual Dédalo recomienda a Icaro que vuele siempre a una altura media: ni demasiado bajo, para no hundirse en el mar, ni demasiado alto, para que el sol no quemara las frágiles plumas.
Dédalo llevando la delantera no observa que Icaro, deslumbrado por la belleza del firmamento y con la música de los pájaros, comienza a cobrar altura poco a poco. Hasta que llega el momento en que los rayos del sol comienzan a ablandar la cera que sujetaba las plumas y éstas empiezan a desprenderse poco a poco hasta que Icaro cae al mar. Cuando Dédalo mira atrás, no encuentra a su hijo, pero ve dos alas que flotan en el mar y sobrevuela el lugar infinitas veces tratando de encontrar el cadáver de su hijo.
Dédalo llega a Sicilia y se pone bajo el servicio del rey Cócalo para quien construye un embalse, fortifica la ciudad…
Por su parte, Minos no se resigna a dejar escapar a Dédalo e inicia una intensa búsqueda. Para averiguar el lugar en que se esconde, por todas las ciudades por donde pasa, propone un problema técnico-intelectual y, al ver que el rey Cócalo le devuelve solucionado el problema, ya sabe dónde se halla el hábil Dédalo. En vano pedirá al rey que se lo entregue. Por el contrario, cuando Minos se está bañando, informadas por Dédalo de las costumbres de Minos, las hijas de Cócalo lo matarán echándole agua hirviendo.
Yo creo que en este mito, Dédalo intenta encontrar la libertad intentando superar su condición humana, y esto lo termina pagando con la muerte de su hijo, quién es un joven impelente e inexperto, que se ciega ante la gran sabiduría de su padre y no puede distinguir el peligro con claridad.
Pero el mismo mundo se encarga de demostrarles que la realidad es la única verdad, pues cuando Icaro se acerca al sol, el cual vendría a ser la verdad, éste se encarga de demostrarle cual es su condición humana.

TESEO



El Rey Minos,esposo de Creta, tenía varios hijos: Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo, pero su predilecto era Androgeo, joven fuerte y vencedor en el gimnasio y la palestra.

Cuando en Atenas se organizaron los juegos en honor de Palas Atenea, se reunieron los mejores atletas griegos, y allí partió Androgeo, para medirse con los más fuertes paladines de la Hélade, con el beneplácito de Minos, quien esperaba a su hijo regresar con la corona del triunfo.

El joven príncipe logró vencer en todas las pruebas a sus rivales, los mejores campeones de la ciudad. Pero los atenienses, en lugar de victorearlo, hicieron recaer su furia sobre él, por haber derrotado a sus luchadores, y esa misma noche le dieron muerte.

Al recibir la noticia el Rey Minos, sintió un inmenso dolor, pero inmediatamente se despertó en él un irrefrenable deseo de venganza, y marchó con un numeroso ejército a sitiar a Atenas, hasta que logró que se rindieran incondicionalmente, e impuso condiciones y penas terribles.

Entre sus condiciones, estableció que durante nueve años, los atenienses debían enviar a la isla de Creta a siete robustos jóvenes y a siete doncellas, quienes serían las víctimas que se ofrecerían para ser devorados por el minotauro.

El minotauro, mitad hombre y mitad toro, vivía en un laberinto, cercano a Cnosos, capital de Creta. Estaba encerrado en dicho laberinto y se alimentaba de carne humana, de esclavos y prisioneros de guerra, así como los jóvenes atenienses, que enviaba el rey Minos.

Año a año, llegaban los mensajeros de Creta a elegir a sus víctimas.

Al tercer año, un joven y gallardo joven hijo del rey ateniense Egeo, llamado Teseo, se ofreció voluntariamente, pues se consideraba capaz de enfrentar y dar muerte al minotauro.

Al enterarse el Rey Minos, expresó:

- Como miembro de la familia real estás eximido de ir como víctima. Pero si insistes, te diré que, aunque mates al minotauro, jamás encontrarás la salida del laberinto.

-No me importa- respondió el joven Teseo, me basta con matar al monstruo y ser útil a Atenas.

Ariadna, quien escuchó el diálogo, secretamente, por la noche se acercó al joven y le entregó un puñal y un ovillo de hilo, diciendo:

-Con este puñal mágico, podrás atravesar el corazón del minotauro, y si sigues el hilo de este ovillo podrás hallar la salida.

Agradecido quedó el joven Teseo, y penetró en el laberinto, desenvolviendo el ovillo de hilo. Durante horas recorrió el laberinto hasta enfrentarse con la bestia. Después de ardua lucha, logró atravesar el corazón del monstruo con el puñal que le entregara la bella Ariadna. El minotauro expiró entre convulsiones. Y Teseo rescató a sus compañeros, con los que emprendió el camino de regreso siguiendo el hilo.

Fue aclamado por la gente de Cnosos por haberlos liberado del monstruo y del salvaje castigo que año a año debían tributar al minotauro.

Teseo, victorioso, regresó a Atenas en su nave con las velas desplegadas

lunes, 6 de junio de 2011

EDIPO

En el mundo occidental es muy conocido el relato de Moisés, el salvado de las aguas del Nilo; pero está también la historia de Sargón, rescatado de las aguas del río Eufrates, y, como variantes, pueden mencionarse a otros personajes destinados a desempeñar un papel histórico, cuyas vidas se vieron amenazadas al nacer, como la reina Semíramis, de Asiria o Ciro, de Persia. En este trabajo, contaremos aspectos de la vida de Edipo, hijo de Layo, rey Tebas y de Yocasta. Antes de casarse decidierom consultar al oráculo de Delfos, que les hizo un tenebroso vaticinio; le dijo Layo, que su primer hijo, llegaría a ser el asesino de su padre y esposo de su madre.

Al nacer Edipo, Layo ordenó a un oficial que diera muerte al niño, pero el servidor, luchando entre la lealtad que debía a su rey y el instintivo horror que le causaba el cumplimiento de la orden recibida, se limitó a perforar los pies del nuevo ser y a suspenderlo, con una correa, de un árbol del monte. Citerón, que apacentaba los rebaños de Polibio, rey de Corinto, atraído por los lamentos del niño, lleno de compasión, lo entregó a Polibio, cuya esposa, Peribea, lo acogió amorosamente y lo adoptó como hijo con el nombre de Edipo, que en griego significa el de los pies hinchados.
Cuando Edipo contaba catorce años, ya los oficiales de la corte habían admirado, en muchas ocasiones, su fuerza y su destreza. En todos los juegos gimnásticos salía vencedor, excitando de tal manera la envidia de sus compañeros, que uno de ellos para mortificarle le echó en cara que sólo era un pobre expósito, un hijo adoptivo.

Atormentado Edipo por tal reproche empezó a sentir escrú-pulos sobre su nacimiento, y en diversas ocasiones lo inquirió, lleno de ansiedad, de la que siempre había tenido por madre; pero Peribea que le amaba entrañablemente se guardó mucho de aclarar sus dudas; muy al contrario, se esforzó en persuadirle de que era su hijo, Edipo quiso tener la certeza de esta afirmación y se fue a consultar al oráculo de Delfos. El oráculo por respuesta le dio un consejo: "que no retornara jamás a su país natal, si no quería ocasionar la muerte de su padre y desposarse con su madre". Conmovido por estas palabras, resolvió no vol-ver jamás a Corinto que él consideraba su patria, y angustiado partió en dirección a a Fócide. En un camino estrecho se encontró con cuatro personas, una de ellas, anciano que iba sentado en un carro y que le mandó con arro-gancia que le dejara el paso libre, acompañando el mandato con un gesto amenazador. Se entabló una disputa, echaron mano a las espadas y Edipo mató al viejo sin conocerle: este anciano era Layo. Después de esta catástrofe que privaba a la ciudad de Tebas de su rey, una calamidad inaudita desoló toda la comarca: era la Esfinge. Este monstruo tenía la cabeza, la cara y las manos de doncella, la voz de hombre, el cuerpo de perro, la cola de serpiente, las alas de pájaro y las garras de león. Se situaba en la cima de una colina, junto a Tebas, detenía a todos los caminantes que por allí pasaban y les proponía un enigma capcioso, devorando a los que no acertaban a resolverlo. Muchos millares de desgraciados habían perecido allí.
Creonte, hermano de Yocasta, que entonces reinaba, sacrificando su propio interés al interés del pueblo, anunció en toda Grecia que concederla la mano de Yocasta y la corona de Tebas al que librara la Beocia de esta calami-dad. La muerte de la Esfinge dependía de la explicación de un enigma que habla planteado en estos términos: ¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro pies, dos al mediodía y tres en la tarde?
Edipo, cuya sagacidad corría parejas con el amor a la gloria, se presentó al monstruo, y al oírle el enigma, sin titubear, le respondió "ese animal es el hombre", porque en su infancia anda sobre sus cuatro extremidades, camina de pie en su edad viril y ya viejo debe usar un bastón como tercer pie. La Esfinge, furiosa, se lanzó por un despeñadero y se rompió la cabeza al estrellarse con las piedras que había en el fondo del precipicio.
Entonces, aceptando lo prometido por Creonte, se convirtió en Rey de Tebas y tomó a Yocasta como esposa, que le dio dos hijos: Etéocies y Polinice y, también, dos hijas, Antígona e Irmene. Pero, otra vez intervino el oráculo que vaticinó que una peste que asoló la ciudad, solo terminaría cuando se encontrara al asesino de Layo, investigacion impulsada por Edipo. Así descubrió que él era el asesino de su padre y que Yocasta era su madre. Tal comprobación, llevó a Edipo a una desesperación sin límites y creyéndose indigno de ver la luz del día, se arrancó los ojos. Expulsado de Tebas, de la mano de su hija Antígona marchó hasta Atenas, donde recibió una hospitalaria acogida en la mansión de Teseo. Allí vivió hasta su muerte.