lunes, 28 de marzo de 2011

HERMES


Hermes, era el encargado de llevar los mensajes de Zeus; inquieto, espabilado y un poco travieso, viajaba por el Olimpo y por la Tierra cumpliendo los encargos del supremo dios, cosa que hacía con gran rapidez gracias a que llevaba siempre unas sandalias atadas que lo transportaban de un lugar a otro volando.
Hermes, hijos de Zeus y de Maya y nieto de Atlas, fue desde su nacimiento prodigio. Viendo que el dios Apolo guardaba un rebaño de vacas sagradas, decidió robársela, pero se las ingenió para dejar pistas que despistaron a camino contrario al que él había seguido. Por esta hazaña fue considerado también  el dios de los ladrones. Cuando llegó a la cabaña escondió el ganado e inventó un nuevo instrumento musical: la lira, que fabricó con un caparazón de tortuga, unas cañas y siete cuerdas hechas de intestinos de vaca. Apolo, adivinó quien le había robado el ganado.
Así Apolo cogió al muchacho  y lo llevo ante Zeus.
Hermes se disculpó  y le dijo que las había robado para sacrificar a dos para ofrecérselas a los doce dioses.
Lo curioso es que eran 11 dioses, lo que ocurría era que Hermes se consideraba uno más.
Zeus y Apolo lo perdonaron, ya que Hermes le regaló la lira para compensarle por el robo.
Zeus convirtió a Hermes en su mensajero, le regaló las sandalias con alas que fueron características de este dios, un sombrero redondo para resguardarse y un bastón llamado caduceo: este bastó, con dos serpientes enroscadas en él, fue considerado un símbolo de paz.
A Mercurio se le atribuyen inventos como la astronomía, el alfabeto, la gimnasia, la escala musical y los pesos y medidas.
Como mensajero de los dioses participó en múltiples leyendas:
-Fue él quien mató a Argos, que vigilaba por encargo de Hera al amor de Zeus, Ío.
-Llevó a Dionisio niño ante las Ninfas para que éstas lo cuidasen.
-Bajó a Pandora con su caja a la tierra para que fuese la perdición de los hombres…
Mantuvo una relación con Afrodita, de dónde nació Hermafrodito. Este muchacho despertó el amor de una ninfa mientras se bañaba desnudo en una fuente: tal fue la pasión de la ninfa que se metió tras él en el agua, suplicándole amor con infinitos besos y caricias. Pero de nada servían sus ruegos.
Así, la ninfa pidió un deseo:
-Oh! Dioses! Haced que nada me separe de este muchacho, y así se unieron los dos cuerpos hasta formar solo uno con dos sexos.
Ex: caracol

martes, 15 de marzo de 2011

ARACNE

Aracne es hija de Idmón un tintorero y nació en Lidia. La joven era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado.
Cuenta la leyenda que hasta las ninfas del campo acudían para admirar sus hermosos trabajos en tales artes. Tanto llegó a crecer su prestigio y popularidad que se creía que era discípula de Átenea (diosa de la sabiduría y de las hiladoras).
Aracne era muy habilidosa y hermosa, pero tenía un gran defecto: era demasiado orgullosa. Ella quería que su arte fuera grande por su propio mérito y no quería deberle sus habilididades y triunfos a nadie. Por eso, en un momento de inconciencia, retó a la diosa, quien por supuesto aceptó el reto. Primero, se le apareció a la joven en forma de anciana y le advirtió que se comportará mejor con la diosa y le aconsejó modestia.
Aracne, orgullosa e insolente desoyó los consejos de la anciana y le respondió con insultos. Atenea montó en cólera, se descubrió ante la atrevida jovencita y la competencia inició. En el tapiz de la diosa, mágicamente bordado se veían los doce dioses principales del Olimpo en toda su grandeza y majestad. Además, para advertir a la muchacha, mostró cuatro episodios ejemplificando las terribles derrotas que sufrían los humanos que desafiaban a los dioses.
Por su parte, Aracne representó los amoríos deshonrosos de los dioses, como el de Zeus y Europa, Zeus y Dánae, entre muchos más. La obra era perfecta, pero Palas encolerizada por el insulto hecho a los dioses, tomó su lanza, rompió el maravilloso tapiz y le dio un golpe a la joven. Ésta sin comprender, se siente totalmente humillada y deshonrada, por lo que enloquece y termina por ahorcarse.
Sin embargo, Palas Atenea no permitió que muriera sino que la convirtió en una araña, para que continuara tejiendo por la eternidad.

lunes, 7 de marzo de 2011

ATENEA

Atenea o Minerva es hija de Zeus y de Metis. Ésta se hallaba encinta y a punto de dar a luz una hija, cuando Zeus se la tragó. Lo hizo por consejo de Urano y de Gea, que le revelaron que si Metis daba a luz una hija, a continuación tendría un hijo que arrebataría a Zeus el imperio del cielo. Por esa razón, cuando llegó el momento del parto, el padre ordenó a Hefesto que le abriese la cabeza de un hachazo. De la cabeza salió Atenea, armada, que profirió un grito de guerra que resonó en cielo y tierra.
Desempeñó un papel importante en la lucha contra los Gigantes, dando muerte a dos de ellos, llamados Palante y Encéfalo. 
En la Ilíada participa en la lucha al lado de los aqueos. También protege a Hércules en el combate, armándolo cuando el héroe se dispuso a emprender sus trabajos.
En la Odisea, ayudó a Ulises a volver a Ítaca, que le prestaba su asistencia actuando por metamorfosis , adoptando la figura de varios mortales.
Había dedicado su talento a las artes de la paz, y en Ática se le reconocían, entre otras más, la invención del aceite de oliva y del olivo. No obstante, antes de ello se disputó con Posidón para la soberanía, y cada uno trató de ofrecer al país el mejor regalo para acrecentar sus méritos. Posidón hizo surgir, de un golpe del tridente, un lago salado en la Acrópolis de Atenas; Atenea hizo que brotase allí un olivo.
Atenea permaneció virgen, pero se cuenta que tuvo un hijo. Había ido a visitar a Hefesto y el dios que había sido abandonado por Afrodita, se prendó de Atenea en cuanto la vio y comenzó a perseguirla. Atenea intentó huir pero Hefesto la cogió en brazos. Hefesto mojó la pierna de las diosa, así de la tierra nació Erictonio.
 Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. Afrodita, celosa de su belleza, envió a su hijo Eros (Cupido) para que le lanzara una flecha de oro oxidado, que la haría enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase. Sin embargo, Eros se enamoró de ella y lanzó la flecha al mar; cuando Psique se durmió, se la llevó volando hasta su palacio.

Para evitar la ira de su madre, una vez que tiene a Psique en su palacio, Eros se presenta siempre de noche, en la oscuridad, y prohíbe a Psique cualquier indagación sobre su identidad. Cada noche, en la oscuridad, se amaban. Una noche, Psique le contó a su amado que echaba de menos a sus hermanas y quería verlas. Eros aceptó, pero también le advirtió que sus hermanas querrían acabar con su dicha. A la mañana siguiente, Psique estuvo con sus hermanas, que le preguntaron, envidiosas, quién era su maravilloso marido. Psique, incapaz de explicarles cómo era su marido, puesto que no le había visto, titubeó y les contó que era un joven que estaba de caza, pero acabó confesando la verdad: que realmente no sabía quién era. Así, las hermanas de Psique la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y observara a su amado, asegurándole que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia. Psique les hace caso y enciende una lámpara para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo cae sobre la cara de Eros dormido, que despierta y abandona, decepcionado, a su amante.
Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho, ruega a Afrodita que le devuelva el amor de Eros, pero la diosa, rencorosa, le ordena realizar cuatro tareas, casi imposibles para un mortal, antes de recuperar a su amante divino. Como cuarto trabajo, Afrodita afirmó que el estrés de cuidar a su hijo, deprimido y enfermo como resultado de la infidelidad de Psique, había provocado que perdiese parte de su belleza. Psique tenía que ir al Hades y pedir a Perséfone, la reina del inframundo, un poco de su belleza que Psique guardaría en una caja negra que Afrodita le dio. Psique fue a una torre, decidiendo que el camino más corto al inframundo sería la muerte. Una voz la detuvo en el último momento y le indicó una ruta que le permitiría entrar y regresar aún con vida, además de decirle cómo pasar al perro Cerbero, Caronte y los otros peligros de dicha ruta. Psique apaciguó a Cerbero con un pastel de cebada y pagó a Caronte un óbolo para que le llevase al Hades. En el camino, vio manos que salían del agua. Una voz le dijo que les tirase un pastel de cebada, pero ella rehusó. Una vez allí, Perséfone dijo que estaría encantada de hacerle el favor a Afrodita. Una vez más pagó a Caronte y le dio el otro pastel a Cerbero para volver.
Psique abandonó el inframundo y decidió abrir la caja y tomar un poco de la belleza para sí misma, pensando que si hacia esto Eros le amaría con toda seguridad. Dentro estaba un «sueño estigio» que la sorprendió. Eros, que la había perdonado, voló hasta su cuerpo y limpió el sueño de sus ojos, suplicando entonces a Zeus y Afrodita su permiso para casarse con Psique. Éstos accedieron y Zeus hizo inmortal a Psique. Afrodita bailó en la boda de Eros y Psique, y el hijo que éstos tuvieron se llamó Placer.

PIRAMO Y TISBE

Píramo era un joven apuesto y Tisbe era una bella doncella. Vivían con sus padres en casas contiguas y la vecindad fue uniendo a los jóvenes hasta que la amistad se tornó en amor. Se querían mucho pero sus padres no veían esta relación con buenos ojos. Por este motivo la pareja sólo podía verse a través de una grieta que había en el muro que separaba las dos casas y en la que nadie se había fijado antes, pero que los amantes pronto descubrieron.
Como no podían besarse ni hacer nada por esa grieta, solo podían hablar, un día esto llegó al límite.
PIRAMO: amor mío, tenemos que vivir nuestras vidas. Viviremos siempre juntos. Te espero esta noche en el sepulcro de Nino, a las afueras de la ciudad. El que llegue primero esperará al otro al pie de una morera que hay junto a una fuente.
TISBE: me parece bien, cariño. Allí nos encontraremos.
Tisbe fue aquella noche al sepulcro, como había prometido a Píramo. Sin embargo, él aún no había llegado. De repente, un león apareció tras la morera y Tisbe huyó rápidamente. Del susto se le cayó el pañuelo que llevaba en el cuello y el león lo destrozó con sus enormes dientes, tiñéndolo de rojo.
Después de esto, Píramo llegó y vio las huellas del león y el pañuelo de Tisbe en el suelo, lleno de sangre, empalideció y se temió lo peor. Creyó que su amada había muerto en las garras del león y recogió el velo y lo cubrió de besos y lagrimas.
Entonces cogió el velo de Tisbe, sacó su espada y se la clavó en el pecho.
La sangre que brotó de la herida tiñó de rojo las blancas moras del árbol; penetró en la tierra y alcanzó las raíces de forma que el color rojo ascendió por el tronco hasta llegar a los frutos.
Más tarde llegó Tisbe desesperada y muerta de miedo, y vio a su amado muerto en al árbol que habían quedado. Al verlo así, pensó que su amor era tan valiente que se iría con Píramo. Entonces cogió la espada de su amado y  se la clavó al lado de su amado.