Para los griegos, los Infiernos no eran el lugar donde moraban aquellos que habían merecido un castigo para toda la eternidad, sino el lugar donde residían todos los muertos. Ahora bien, no todos iban a lo que era, digamos, el Infierno propiamente dicho, mientras que las almas nobles disfrutaban de los placeres de los Campos Elíseos, una especie de paraíso de verdor, con flores y frutos.En este reino se encontraba también el Tártaro, tenebroso lugar donde habían sido encerrados…los Cíclopes…
Sobre este reino gobernaba Hades, hermano de Zeus.
Para llegar hasta los Infiernos era necesario atravesar un brazo de la laguna Estigia que en ese lugar formaba un río cuando los muertos llegaban allí, eran recogidos por un barquero, Caronte, que les cruzaba hasta la orilla cobrándoles una moneda de oro. Por eso los griegos y los romanos enterraban a sus muertos con una moneda dentro de la boca, que les serviría para pagar el pasaje.Después de cruzar el río, aparecía la puerta del Hades. Se trataba de un portón custodiado por un terrible guardián: el Can Cerbero.
Una vez dentro, el recién llegado era juzgado por un tribunal de tres jueces. Cerca del Tártaro solían vagar las Furias, terribles seres encargados de hacer cumplir los castigos de los condenados.
También se hallaban aquí las Parcas, tres hermanas cuyo trabajo era en un rueca, ya que se encargaban de manejar los hilos del destino de los hombres, cortándolos cuando llegaba su hora.
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