Tántalo, hijo de Zeus, reinaba en Sípilo, Lidia, y era muy rico y famoso. Si jamás los dioses olímpicos habían honrado a un mortal, éste era Tántalo. En consideración a su elevada alcurnia le distinguieron con su íntima amistad y, le permitieron comer a la mesa de Zeus y escuchar cuanto los inmortales hablaban entre sí. Pero su espíritu humano, lleno de vanidad, no supo mantenerse a la altura de aquella felicidad sobrehumana y comenzó a faltar a los dioses de my diversas maneras. Revelaba a los mortales los secretos de los olímpicos; robaba de su mesa néctar y ambrosía y repartía el producto de su latrocinio con sus compañeros terrenales; escondió el perro de oro que otro sustrajera del templo de Zeus, y al reclamarlo el dios, negó bajo juramento haberlo recibido. Así, invitó a los dioses a un banquete, y mandó sacrificar a su propio hijo Pélope para servirlo a la mesa. Sólo Démeter, comió una paletilla del horrible manjar, mientras los demás dioses, lo echaron en un caldero los miembros descuartizados del muchacho. La parca Cloto le devolvió la vida. El omoplato se reemplazó por uno de marfil.Así, los dioses echaron a Tántalo al Hades, donde fue sometido a un cruel castigo. Estaba en un estanque caya agua le llegaba a la barbilla, y cuando tenía sed, el agua bajaba sin poder alcanzarla. Y cuando tenía hambre, había un frutal, cuyas ramas llegaban a su cabeza, cuando se alzaba a comerlas, las ramas se alzaban y no podía alcanzarlas. Con este castigo estuvo hasta la muerte ya que una roca muy grande le amenazaba con caerse encima de él si se movía. Esto fue un castigo eterno.
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